La vida no es acerca de lo que hagas o lo que logres… La verdadera razón vivir tiene que ver con las experiencias que tengas y cómo estas experiencias te ayudan a crecer y a convertirte más en ti mismo, en una mejor expresión de tu Ser.
Se trata de desidentificarte de tu ego y encontrarte con tu divinidad más profunda. Uuy… Divinidad.. Palabra espirituosa… Pues, no es más que ser más TÚ, tu Yo verdadero. Trascender tu propia personalidad, tus emociones y darte cuenta lo que hay detrás de todas esas máscaras que te pones, de toda esa carga que llevas y la carcasa que te envuelve, y al remover todo eso lo que queda es Amor.
Vivir es aprender a amarte, a comprenderte, a quererte, aunque no te lo hayan enseñado en la escuela. Es aprender a ser feliz desde adentro para afuera, a estar en paz verdadera, aceptando lo que eres hoy y con ello, acercándote más a tu Ser verdadero y vivir desde ese amor incondicional, compartiéndolo con todo y todos los que te rodean.
En el camino de la vida comienzas a entenderte y a entender a los demás y su verdadera naturaleza. Al comprender tus máscaras y por qué te las pones, también comprendes las de los demás y por consecuencia, te haces más tolerante, respetuoso, más compasivo.
Y así ese amor que llevas dentro se expande poco a poco, llega a tu familia, a tus amigos, a la gente que aprecias, llega también a los que te cruzas por la calle, a aquellos que te molestan, a los que te ignoran y a los que hacen daño, porque tú alguna vez también lo hiciste, pero ahora eres consciente de ello y también sabes que sin esa consciencia no hubiera sido posible entenderte y aceptarte. Por ello, surge en tí ese maravilloso amor compasivo, ese que perdona y espera. Porque a todos nos llega nuestro momento, el momento para amar, para amarnos.
Foto: Balcón Asunción, Sevilla, España