El Maestro Interior

Creo fielmente que la vida nos envía mensajes todos los días y depende de cada uno el escuchar estos mensajes o no. Entre más se escuchen, más fácil será reconocerlos, es como si tuviéramos un maestro en frente de nosotros todo el tiempo, o por lo menos así lo experimento, un maestro interior.

Ese maestro me va diciendo las opciones que tengo, decisiones que he tomado, encrucijadas en las que me pongo y me da una especie de perspectiva para que tome consciencia de lo importante, cosas que no veo usualmente, de pronto es como si agudizara los sentidos y pudiera percibir a ese maestro que me dice, mira esto, escucha aquello, ¿qué te parece esto?, ¿qué opinas de esta situación? y cuando de verdad me detengo y observo lo que me indica es como si me abriera paso para entender las cosas desde otra perspectiva y por ende aprender de cada día. Otras veces, aunque no entienda mucho por donde va, solo lo sigo, porque ya conozco su forma de enseñar y cuando lo hago me muestra caminos de potente aprendizaje.

Hoy me ocurrió algo interesante con respecto a esto, algo muy simple y rutinario. Estaba en la ducha peleando con mi esponja de baño porque ya estaba en las últimas, y llegó a un punto hoy donde se desintegró. Cuando pasó esto, me molesté tanto que la tiré contra la pared y repetí varias veces «La odio, la odio»… Estas palabras crearon un silencio en mi, y ese momento llegó el maestro y me dijo: Observa, ¿qué ves? En eso, me quedé como en un trance, mientras observaba lo que acababa de pasar y respiraba mientras me caía el agua por la espalda, y fue ahí cuando me cayó la peseta… ¿Por qué la odio? ¿Por qué no puedo agradecerle por todo este tiempo que ha estado conmigo?

Ese momento fue algo majestuoso, un verdadero insight para mi. Algo tan simple como una esponja de ducha, me acaba de explicar una de mis mayores limitantes en la vida. Porque así como yo actúo con la esponja, actúo con las cosas y las personas en mi día a día. Y es que ¿qué hace que culpe a la esponja de no servir, cuando puedo agradecerle todas las veces que me fue de utilidad y simplemente dejarla ir? La esponja ya cumplió su ciclo y de hecho pude reconocer que ya no se adapta a mis necesidades/deseos actuales.

Cuantas veces no pasamos por esto con personas y cosas, y en vez de ser agradecidos por la utilidad/aprendizaje que nos han regalado, los odiamos por ya no ser lo que esperábamos. Los culpamos de ya no satisfacer nuestras necesidades actuales, en vez de darnos cuenta que si la realidad ha cambiado, la persona o la satisfacción que nos proporcionaba, es porque nosotros también hemos cambiado y ya no necesitamos de ese objeto o persona en nuestras vidas, sino más bien estamos listos para movernos a una nueva realidad con personas o cosas diferentes.

Que importante observar las nimiedades de la vida porque hasta de lo más simple podemos sacar aprendizaje. Si escuchamos a ese maestro interno que todos tenemos nos mostrará que las situaciones que vivimos nos permiten profundizar y entender como reaccionamos ante ellas y gracias a esto comprender las creencias que nos limitan y nos causan sufrimiento en la vida, al observarlas y entenderlas sin rechazarlas, comenzamos el proceso de liberación y por ende traeremos más felicidad a nuestras vidas.

Aquí les dejo una historia que ilustra la profundidad de la simplicidad: El maestro de la escoba.

Foto: Finca Mía, Rivas, Costa Rica